Mexicali nos recibió con un golpe seco. Calor. Más de lo que había sentido yo en mi felina vida. Sabíamos que teníamos que buscar opciones para salir de ahí, el aeropuerto está lejos, lejos del centro de la ciudad. Doña Carmen y Don Marino nos rescataron del desierto. Eso suena muy dramático y pudo haber sido cierto y pudo haber sido peor. Pero caminar a la orilla de la carretera bajo el sol de medio día, no me suena a otra cosa.
aquí, Nahuii rogando que el "sólo me pasa a mí" no la encontrara en Mexicali
Nos dejaron ya en las orillas de la ciudad, y de ahí en bus hasta
Uno no entiende cómo la gente arriesga su vida cruzando a pie por ahí para llegar a los yunaites
Nuestro guía se empeñaba, en que distinguiéramos a lo lejos las enormes tuberías por las que Mexicali envía agua a Tijuana. Luego subimos a más de
garra de gato y pata de princesa, por fin en Tijuana
En Tijuana, luego de algunos minutos de espera, mientras apenas podíamos creer que finalmente estuviéramos ahí, tan lejos de casa, lo más lejos que había estado hasta entonces, pudimos por fin, reunirnos con nuestras anfitrionas Dulce Geisha y El Alacrán, quien venía acompañada por Carolina.
Enfilamos así hasta el hotel que amablemente nos procuraron. Y el gato se sintió gato de angora. Luego del tantas horas de viaje, lo que mis huesos rogaban era un refrescante baño. Ya listas, buscamos algo que comer y luego nos dirigimos hacia el siguiente abrazo entrañable: i. En el camino, recordé esa noche en Río Mixcoac, y las veces que he deseado que aquello de “esperando que el azar nos junte a los dos” se haga realidad, cuando en ese momento, ya era eso.
Seguimos escuchando al caracol, su habla es muy poderosa, sigue el pulso.
Escuchamos el poema de i en otra voz y la voz de i con otros poemas. Los ebrios y locos poetas siguieron, y fue necesario emprender la retirada para llegar a otro momento que tengo capturado en la memoria: El mar dividido.
Nos llevaron al Faro de Playas, ese punto donde un muro representa una cicatriz que está más en los corazones que en los mapas. Y el agua del Pacífico baño mis pies por primera vez. Extraño animal es el mar de noche. Eterna invasora es la arena, que se pega en la piel y te recuerda, que hay cosas que nacieron imborrables.
De ahí, el regreso entre la niebla de la carretera fue rápido, en menos de una hora ya estábamos en
Lo malo fue que yo ya pedía esquina, luego de diez días sin dormir metida en el trabajo que pagaría el viaje, con el estrés del vuelo, el viaje en autobús y las dos horas de diferencia a cuestas. Luego de eso, tendremos carrilla para rato, pues nuestras anfitrionas andaban como lechuguitas frescas. Nos fuimos a dormir y así terminó el día uno.
2 ecos:
Te atreviste a contar las curvas?¡
jajajajajaa¡¡¡
No te acuerdas que eso nos lo dijeron en el Rumorosa Fantasy Tour??
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