jueves, febrero 09, 2006

patética (en el estricto sentido de la palabra)

La tendencia es empezar a dibujar algo, primero con color azul: lo que queda de un dulce sueño, un gesto distintivo perdido en la inmensidad de mis ojos contemplándote, una caricia y sobre todo el sonido de tu voz.

Luego resulta que el primer trazo en rojo siempre son tus labios, con un beso de madrugada o con una despedida intempestiva, también llega con la sonrisa que se anticipa a cualquier cosa en cuanto te veo aparecer; luego en violeta viene tu aroma sin disfraces y siempre están tus ojos, violeta también pero no me preguntes por qué.

Cuando el color negro aparece, evoco las infames travesuras de cuando estando entre mucha gente me pongo a recorrerte por debajo de la ropa e irremediablemente surge una pregunta tonta y en la respuesta llega la ironía.

Porque definitivamente tú no eres de peluche, tú eres real.

[Todo ello me aproxima al conocimiento impreciso (irremediablemente) de lo que eres. Por ahora me he resignado al conocimiento sensorial de tu misterio (con tu “por favor” como recurso poético por excelencia, qué otra) pero eso no es tan así de cierto, elegí el método sin vacilar nada más por darnos el gusto.]