martes, enero 10, 2006


Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces
el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y
este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad.
Cap. 2
Rayuela.


Todos tenemos límites y yo ya llegue al mío. No puedo más, no puedo con esta vida doble de mentiras e hipocresía. Me está pudriendo por dentro.
Puedo vivir muy tranquila con mi melancolía eterna, escribiendo cosas tristes de amores imposibles, mi gen bohemio me lo permite.

Con lo que no puedo es con esta ansiedad inmensa.

Lo peor es que tú o no entiendes nada, o te vale madres o ya te acostumbraste a vivir así.

Pero yo no.

Me puedo destruir a mí misma porque así me dé la gana.
Pero no voy a destruirme por nada.