El blues me hace llorar

Real de 14,

Museo Anahuacalli. Hace mucho tiempo...

Eso prometía una noche mágica de blues. En aquel entonces mis compañeras del crimen eran las niñas de Frida's. Layla y Vicky. Mucha lluvia y mucho esperar. Al fin salieron. Figuras conocidas y una desconocida.

-Wow- fue lo único que atinamos a decir.

El lindo y jovenzuelo desconocido se apropió del bajo, uno pudiera pensar que tocar junto a los grandes de Real de 14, Cruz, Abrego y Zea, es de temer. Pero no era el caso, el chico del bajo se divertía, disfrutaba, y ejecutaba sin ningún problema (cosas todas que sólo los grandes músicos pueden hacer al mismo tiempo). Y luego pasó al sax.

A más de una nos gustó para padre de los hijos que nunca íbamos a tener. La tocada fue mágica, el cielo negro nos abrazaba y el frío calaba los huesos. Pero las rolas clásicas de Real nos encendían, con ese mágico calor de la música que alimenta el alma cansada y nostálgica de los seres perdidos. Al final de la tocada hubo oportunidad de saludarlos. Como yo era la única persona que traía una libreta, otros me pedían hojas, entonces él me preguntó si les iba a regalar hojas a todos y le dije que sí. Tomó mi libreta y empezo a firmar. Así encontró uno de mis dibujos, que le gustó mucho, se lo mostró a Julio... yo les pedí que me autografiaran ahí mismo. Luego me firmó Cruz, pero Fernando ya se habia ido. Llegó el momento de irse también y le pedimos una foto, primero Vicky, luego entre risas la mía. Pero por la risa y por las prisas mi foto salió movida. Cuando enfilamos el camino a casa lo vimos salir en un auto, Vicky le gritó:

- Pollo, te amo!

Y él sacó la mano por la ventanilla y se despidió. Fue la última vez que lo vimos.

- El blues me hace llorar, Pollo, a veces de tristeza a veces de emoción. Pero hoy lloro por ti.