martes, agosto 21, 2007

cómprenla!

Si son lectores curiosos, como dijera Agus, habrán visto en este blog el link a una revista super chingona llamada eme-equis, en ella colaboran comunicadores de la talla de Fernando Rivera Calderón(Monocordio/Palomazo informativo)y Armando Vega Gil ( y dios en algún momento). El caso es que en el número del mes pasado publicaron un trio de muy buenos cuentos de algunos integrantes de Caza de Letras, y en esta ocasion me llevé una sorpresota cuando en su sección FrankZapping publicaron un anota de uno de los pocos programas de televisión que veo:


Por Tatiana Mailard


¿Qué temas se pueden abordar en 31 minutos? Sobran: se puede hablar de caca y de perritos callejeros. De gente encuerada y de feos cortes de pelo. De niñas que aseguran que sus muñecas les hablan y les cuentan cosas sucias de la vecina, y de malos estudiantes que le gritan al maestro “¡Al diablo con Vietnam!”. En 31 minutos se habla de trastornos neurológicos o de la importancia de tener una opinión. De dientes de leche que se caen y de la comida de mamá que sabe a guácala. Treinta y un minutos es tiempo suficiente para que unos remedos de Muppet se burlen indiscriminadamente de los adultos y de niños. Para que una congregación de títeres de trapo presente su noticiero al estilo 24 horas con notas que combinan magistralmente el humor y la conciencia. Y sobre todo, 31 minutos es tiempo suficiente para declararse fan de este programa importado de Chile, transmitido de lunes a viernes a las 10:30 y 16:30 horas dentro de la barra infantil de Canal Once.
La fórmula mágica es tener en cuenta que la audiencia se conforma por niños que son mini humanos pensantes y que las canas no son prueba de que los adultos ya maduramos. El equipo de pachones reporteros de este noticiario combina lo mejor de los dos mundos: la neurosis de cualquier trabajador metropolitano y la imagen encantadora de los peluches. Son tiernos e inverosímiles, tanto, que se divierten lanzándose pastelazos mientras cantan Boing-boing-boing, y aunque la letra parece no decir nada, seguro significa mucho. El problema es que los intérpretes están adelantados a nuestro tiempo.
También son histéricos como cuando la edad nos pudre. Tienen el vicio de vestir traje y corbata para ganarse el pan, salir de parranda por las noches, hablar con la voz de ultratumba de los reporteros que quieren dar una imagen “objetiva” en televisión o mostrar cuán ruines pueden ser.
Como Policarpo Top, juez de una ceremonia de premios tipo MTV que sólo da a sus cuates… aunque ni disco tengan. Juan Carlos Bodoque, conejo rojo y reportero estrella del noticiero, que presenta una nota sobre el paradero de toda la caca que se tragan los excusados en cada flush, y en el siguiente programa da su número de cuenta bancaria personal a los televidentes que apoyan el Teletón. “Perdón —dice—, es que tengo problemas de plata. Ya saben: las apuestas”.
Los títeres tienen de todo: abogados que nunca ganan un juicio porque padecen de algo que los hace “hablad como idiotazzz” y les quita la credibilidad ante el juez. Niños que no dan una en la escuela y sólo quieren acabarla para dedicarse a su verdadera pasión: bailar en las calles por unas monedas. Cantantes que lanzan su último disco en televisión (en el sentido literal de la palabra: lo avientan al techo). Conductores famosos que chocan contra osos polares en una avenida transitada y quedan “gravemente ilesos”, pero son declarados por el Polo Norte “el enemigo número uno de los osos polares”.
Los mochos, “amargados que no tienen nada que hacer” y protestan contra los inmorales que posan desnudos para la foto de Jacobo Fotonolovsky (Spencer Tunick de los muñecos). Y los títeres se desnudan dejando ver que son una mano.
Hay teletones insufribles donde los personajes hacen lo que sea para llenar los minutos en pantalla. Y reporteros que entrevistan a perritos callejeros para exponer el infierno al ser olvidados, gran similitud con los vagabundos homo sapiens. 31 minutos, un formato tan desmadroso no hubiera sido posible en tiempos de Pinochet. Los temas hablan de lo que los adultos consideran prohibido tratar delante de los niños, son las cosas difíciles que estos muñequitos nos explican a los grandes con manzanas y palitos, y las cosas sencillas pero que son cosa seria para los niños. Y estos peluches lo saben.

2 ecos:

ECM dijo...

Sólo quiero comentar que los niños no son mini humanos: son humanos plenos.

Lu García dijo...

por supuesto, la cuestión es que muchos programas que supuestamente son para ellos los subestiman. Por eso, este que hace todo lo contrario, se lleva las palmas.
Saludos y gracias por la visita.