lunes, enero 23, 2006

el dueño del gato

Voy a hablar contigo, directamente contigo, porque estas palabras van a esperar aquí hasta que te hablen.

Sabes que todo esto me hace sentir bien, como hace mucho tiempo no me había sentido. Y es extraño... tu mundo es misterioso y yo siempre amanezco en mundos raros...

A veces me asaltan pequeñas dudas como cuál es tu helado favorito, aunque me inclino a pensar que es el de chocolate, o cuántas pestañas tienes en cada ojo. Pero creo que eso a fin de cuentas, no es tan importante.

Te voy a decir también que te envidio tanto porque puedes decir que eres feliz... (en el fondo es pura vanidad, porque si a partir de ahora dices que lo eres, como que yo no tendría gran cosa que ver en eso, porque tú ya lo eras antes de conocerme y etc.)

También he de decirte que ahora tengo un miedito distinto, porque apenas sé que eres tus manos estrechando mis manos, o tus manos inventando mi cuerpo, o tu cuerpo entibiando mi sueño una mañana fría de domingo... y aunque saber todo eso es suficiente para sentirme emocionada, ilusionada, etc. (no me hagas decir más) y con el valor necesario para patearle el trasero al mundo, no es suficiente para no tener miedo de que todo sea mi imaginación o que termine siendo pasajero, pero bueno...

Déjame decirte también, que tu nombre me gusta tanto como tu hermosa y sincera sonrisa, pues aunque no me lo quieras creer tu sonrisa es sincera y hermosa ok?

Y aunque una vez más, como es mi costumbre, estoy dejando caer un caudal de ideas cuando sé que tú eres hombre de pocas y concisas palabras y seguramente todo esto te está dando frío, entonces lo mejor será que tengas a la mano las cobijas y te acuerdes que tú te lo buscaste.

Por ahora no quiero pensar en tus besos de instantánea muerte, porque en este momento no estas aquí para que vaya a suicidarme dulce y despacio en tu boca.
Mejor pienso en el momento en que pueda afilar mis garritas en tu cuerpo o me muerdas hasta vaciar toda mi sangre.