No sé por qué me gusta tanto este juego. Los dos nos equivocamos al pensar que no perdemos nada. Cuando en realidad no ganamos nada.
Te acercas sigiloso como gato agazapado, me buscas con tus manos, me miras. Me miras directamente a los ojos y yo sé lo que quieres. Ya empezó el juego. Hoy voy a jugar a ser la víctima indefensa y dejar que seas tú el felino que se lanza sobre la presa. Jugamos el juego de los cíclopes así, simplemente mirándonos, yo recuerdo el hechizo y sonrío. Estoy segura que tú no sabes nada del hechizo. Por eso no me podrás embrujar.
Tus ojos se escurren buscando mi boca; nadie la va a dibujar, porque ya está ahí esperándote. Y das el salto al vacío. Yo no quiero recordar el hechizo, no quiero embrujarte, no puedo. Mas ya estamos abandonados a esa lucha tibia, a esa fragancia oscura. Y sabes qué?
Te regalo mi boca, porque sé que si acaso sueñas conmigo, en realidad sueñas con ella.
Así sin más, te pertenece.
A donde quiera que yo vaya, y sin importar con quién esté, seguirá siendo tuya. Pero eso sí, yo me quedo con tu sabor, es lo único que deseo.
Disfruta tu regalo, cariño, pues es lo único que puedo darte.
Y en la oscuridad mi voz diciendo....
martes, diciembre 27, 2005
pa-ra-ti
(dedicatoria de ese libro que yo no te regalé)
:: Lu García ha dicho. A las 6:32 a.m.
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